¡Hoy os traigo el capitulo
2!
Se
me hace raro escribir ‘capitulo 2’ tras haber escrito ‘capitulo 60’ hace nada.
En fin… Como siempre, atrasándome a la hora de publicar. Soy un desastre, lo
sé. Y perdonadme una vez más, por favor, pero aquí esta. Estoy aprovechando
este sábado por la noche, ya que tristemente no salgo, para escribir, contestar
todo y obviamente publicar este capítulo mientras veo mis series preferidas
online, cual friki, y busco mis futuras adquisiciones online ya que han vuelto
a renovar temporada en todas las tiendas de moda. Me voy por las ramas… ¡Ah,
sí! ¡El capítulo! Lo he traído recién escrito para vosotros. Es un capítulo
especial, pensaréis que al principio todo se desarrolla lentamente, pero al
final del todo encontraréis que la narración es más rápida, pero no mucho. He
querido hacer el capítulo lento.
Como
he visto que muchos os preguntáis a que se debe el juego con los narradores os
lo diré, una de las razones de cambiar el narrados es el cambio del libro, ya
que es la segunda parte, y ocurre algo en este capítulo y el siguiente que es
la clave de que el narrador ahora sea omnisciente.
Espero
estar pronto de vuelta con el capítulo tres y que este capítulo os guste y os
conmueva. Y por supuesto,
ojala estéis disfrutando de este último libro J
Recordad
que para contactar, comentarios, el correo que sí que me mandáis varios: andreaeverdeen@gmail.com o twitter @Andrea_Everdeen. Tal vez
elimine la c-box para que vaya más rápido el blog en los móviles y tablet.
***
Las
horas pasan, el sol se va moviendo. Finnick monta guardia en la cueva,
escondida tras unos matorrales. Sin embargo, no está atento a Gale, porque en
realidad lo que está haciendo es tratar de no pensar lo que ocurre en el
banquete. Banquete, sacrificio, venganza, hay muchas formas de llamarlo.
Oportunidad para salvar a tus seres queridos, así lo denominan ellos, aunque no
tendrían que salvarles, si el Capitolio no les hubiese condenado ya.
El
joven no oye la voz de Clover que anuncie nada. No oye cañonazos. Cuando no
puede más se levanta, deja a Gale la comida y el agua, le pone la mano en la
frente para comprobar si su fiebre ha bajado, como no lo ha hecho, moja de
nuevo el trozo de camiseta y se lo pone en la frente. Se para a pensar
detenidamente sobre sus acciones, planteándose que debería hacer realmente y que
es lo que él quiere hacer. Pero a veces no te queda opción y hay que decidir.
Su decisión era obvia, teniendo en cuenta, que Amy le había pedido a Finnick el
mantenerse al margen, cuando el chico arriesgaría cualquier otra vida por ella,
incluso la suya. Refresca un poco todo el cuerpo de Gale con el agua que queda
el botellín que anteriormente había usado y cuando acaba, coge su cuchillo y se
dirige hacia el banquete. No se perdona el dejarle allí solo, pero se jura a sí
mismo no le va a pasar nada. No le puede pasar nada. En cambio, no puede pensar
lo mismo de Amy, ella había ido a un baño de sangre incluso sabiendo, que no
saldría viva de allí.
Corre
tan rápido como puede porque sabe que la orilla está muy lejos. No escucha nada
que anuncie como van la pelea, lo que le hace pensar que podría no haber
empezado. Tal vez llegaría a tiempo de evitar que Amy entrase. A tiempo de
evitar su muerte. Sigue corriendo, en apenas una hora a recorrido casi el doble
de lo que habría hecho con normalidad. De repente, oye un cañonazo. Se para,
con temor a quien ha sido la persona que ha podido morir pero reacciona con
rapidez. La pelea está ocurriendo mientras él está quieto, así que sigue
corriendo, cada vez más cerca de la orilla. El baño de sangre ha comenzado. Sin
más, se oye un grito estremecedor con su nombre; un Finnick, que le pone los
pelos de punta, las manos tensas, que hace que su corazón lata con más fuerza
que nunca, y una sola palabra en mente: Amy. Sabía que tendría que haber ido él
a por la mochila, dejar que fuera ella quien se ocultase montando guardia,
cuidando a Gale, porque así no correría tanto peligro. Insistir habría sido lo
que debería haber hecho. Olvidarse de sus “es mi hermano, Finnick”, de su
mirada suplicante, y gritarle que no. Sin embargo, tiene que pensar que todo va
a ir bien para controlar el sabor de la culpabilidad, que circula por todo su
cuerpo. Corre, sólo corre, tienes que llegar para salvarla, se dice una y otra
vez. Los minutos pasan pero demasiado lentos porque es incapaz de ver aún la
orilla. Los segundos cada vez se hacen más eternos hasta el punto en el que
parece que el tiempo ya no corre, que se ha congelado todo enfocando todos sus
pensamientos hacia una sola cosa. Sabe que está cerca pero no lo suficiente. El
miedo aparece como una manta en pleno verano, asfixiante, desesperante, el
sudor empieza a recorrer su cuerpo y la respiración comienza a abandonarle.
Mira al frente desesperado, es capaz de ver la orilla. Pero algo le frena,
escucha de nuevo otro cañonazo.
Ese
cañonazo le destroza por dentro, se para y respira agitadamente intentando no
asfixiarse. Apoya sus manos sobre las rodillas y se agacha un poco. Sus ojos
quieren llorar, su corazón quiere dejar de latir pero su cabeza quiere seguir.
Se lo ordena una y otra vez y hace resonar ese grito que oyó con anterioridad,
ese grito que llevaba su nombre. Torturante, pero es lo único que le obliga a
seguir. Los recuerdos se clavan como flechas haciendo mayor daño del que haría
una de verdad. Debe conseguir llegar junto a Amy cuanto antes. Avanza
lentamente. Empieza a correr de nuevo con un paso algo más torpe debido al
temor que invade su cuerpo. Tiene heridas en los brazos porque no se ha
molestado en apartar las ramas que arañaban su piel por el camino, el tan solo
quiere correr, quiere llegar, y lo había conseguido.
Al
llegar al sitio del banquete observa la escena, ve a Colin alejarse de una
chica que se encuentra en el suelo, y a la chica del 13 huir hacia el interior
del bosque, llevando consigo dos grandes mochilas sobre el hombro. Ve dos
cuerpos flotando en el agua. En total cinco, hay seis mochilas, tal vez haya
escapado. Se fija mejor en los tributos que hay. Sin embargo, lo que más atrae
su vista no es la huida de sus competidores, ni esos cuerpos flotando, sino el
que está en el suelo. Cuenta de nuevo. Uno y dos en el agua, tres huyendo al
bosque, cuatro Colin alejándose y cinco… Es Amy retorciéndose en el suelo,
dando gritos ahogados de dolor. Desesperado, ordena a sus piernas a ir más
rápido. No puede fallar ahora, prometió que la mantendría con vida, prometió
llevarla a casa. Cuando llega al agua nada como le enseño una vez su madre y no
tarda ni un minuto en llegar a la Cornucopia. Al llegar junto a ella y ver la
sangre, la herida que tiene en el estómago, cree que es una ilusión. Piensa que
es todo falso, que no está pasando. Pero la camiseta está empapada, empapada de
sangre suya. Lo primero que siente es miedo. Miedo por si la pierde. Odio.
Mucho odio porque una vez atrás pudo matar a Colin. Y odio por Amy, sobre todo
por ella, porque es una cabezota, porque decidió ir sola, porque quiere morir
en la Arena. Porque no quiere luchar por su futuro. Por el futuro de ambos.
Porque renunció a las esperanzas. Porque no quiere seguir viviendo.
La
mira detenidamente. No solo está herida, también algo magullada. Tiene cortes
superficiales en la cara que sangran débilmente. Esta muy débil y pálida por la
sangre que pierde a causa de la herida del estomago. Las muecas de dolor
aparecen en su cara, pero poco a poco se desvanecen dejando paso a sus
lagrimas. Empieza a suplicar, a gritarla, le dice lo mismo una y otra vez
intentando que su voz no se corte, que suene segura.
-Amy
no puedes irte, no te vayas ¿vale?, no te vayas. ¿Recuerdas una vez que me
dijiste que no te abandonase? Ahora te lo pido yo Amy, abre los ojos por favor.
No puedes irte, tienes que volver al doce, te sacaré de aquí, a ti y a tu
hermano. Por favor Amy, no me dejes. Quédate
conmigo.
Finalmente,
consigue abrir los ojos y le ve arrodillado. Mueve los labios tratando de
decirle algo, pero la voz le sale tan débil, que ni ella misma se oye hablar.
Sin embargo Finnick intenta escucharla, intenta mantenerla con vida. Porque es
lo único que quiere, lo único que necesita para vivir, Amy es la sangre que
corre por sus venas, es la razón de que su corazón siga latiendo.
-Me he preguntado muchas veces… cuando aparecería mi cara-tose,
con cada palabra, se para, a penas puede decir tres seguidas sin ahogarse. Y
ella lo sabe, sabe que no le queda tiempo, ni fuerzas, ni palabras, así que se
limita a decir lo que considera más importante- te amo Finnick, eso no pueden
quitármelo.