Seguidores

jueves, 14 de febrero de 2013

Relato 46


Hola tributos!

Hoy os traigo el capítulo 46!

Primero feliz día de San Valentín a todos, espero que os guste mi inesperada sorpresa. Como supondréis ya no publicaré ni mañana ni el domingo pero bueno, aquí tenéis un capitulo que no es exactamente muy temeroso sino que más bien es de reflexión. No os diré si el capitulo es tranquilo o NO, porque no quiero estropearos la lectura pero cuando lleguéis al final sacad vuestras propias conclusiones de que pasara en los siguientes….

Segundo deciros que hemos superado los 100 seguidores y las 85.000 visitas. Un aplauso para vosotros, mis maravillosos lectores, que lo hacéis posible cada día. ¡Muchísimas gracias!



Tercero, sobre las redes sociales… a penas tengo tiempo, me habéis pedido ask y facebook pero no se si podría si quiera mantenerlo. ¿De verdad queréis que lo haga? Ya sabéis que podéis encontrarme en otros sitios…



Y en fin… siento haber estado tan desaparecida, me gustaría que me comentarais que os va pareciendo la historia y esas cositas. El capitulo espero que recompense este tiempo,además es un poco más largo de lo habitual :$

Como siempre estaré encantada de leer vuestra opinión al respecto :)

P.D: la lista de blogs de marzo se publicará la primera semana, no os olvidéis !


Besitos de parte de vuestra escritora !

***


Camino de vuelta a la cueva, sin presas, sin ganas de cazar. Mi preocupación es mayor que mis ganas de seguir luchando pero aquí estoy, caminando de nuevo para poder cuidar de los míos.
Y me doy cuenta de que no se trata de cambiar, sino de que te cambia. Esa tristeza que tiñe las noches en la Arena al recordar a los tributos muertos, esa culpabilidad porque han sido ellos en vez de tu, ese deseo por escapar que hace que te conviertas en la persona que nunca imaginaste ser, esa crueldad que crece en ti cuando aprietas el mango del cuchillo y lo único que tienes en mente es sobrevivir… cada una de esas cosas que van floreciendo dentro de ti, sin poder evitar frenarlas, sin evitar convertirte en un asesino, portador de una vida que robó a otros tantos como él.
Creo que la Arena me está matando por dentro, cada vez quedan menos tributos y algunos han muerto por mi causa. Me siento mal conmigo misma y no puedo hacer nada que evite quitarme el sabor a culpabilidad que tengo. Por más que quiero sacar esas ideas de mi cabeza soy incapaz, así que empiezo a recordar. A recordar a mi familia, a mis amigos, los buenos momentos que he pasado con ellos. Me refugio en mis recuerdos intentando viajar a una época más feliz, donde mi vida tenía sentido. Donde tenía una vida. Puede que ahora esté viva pero no como antes, a esto no se le puede dar ese nombre. Felicidad es algo que en este momento me escasea dadas las circunstancias. Debería ser una adolescente normal, viajar al Capitolio en busca de nueva ropa de mis estilistas, enamorarme, preocuparme de las giras con mi madre y mi padre, jugar con mi hermano pequeño y pasear por el bosque con mis amigos. En vez de eso estoy encerrada en una burbuja de la que no puedo salir, un bucle que se repite una y otra vez. Me levanto y sobrevivió. Sobrevivo sin pararme a pensar en las consecuencias. Sobrevivo  matando a otras personas.
Entonces le recuerdo a él. El chico sonriente de ojos verdes. El que me salvo la vida, el que me robo un beso, el que hizo que luchar tuviese significado. Un nudo aparece en mí y no sé qué significa. Lo único que pienso es en que ojala estuviese vivo, ojala estuviese a mi lado. Quería volver a sentir la seguridad de tenerle cerca. Quería volver a escuchar su risa. Quería volver a ver el brillo de sus hermosos ojos. Yo para él significaba algo importante pero creo que para mí, él podría haber sido una persona  importante en mi vida. Uno de esos amigos que no cambiarías por nada. De los que te sostienen en los peores momentos. De los que se quedan para siempre, sin importar cuán de lejos estén.
Cuando me quiero dar cuenta estoy de vuelta. Entro a enfrentarme a la realidad. Una imagen recorre la cueva, manchas de sangre de Finnick, el cual, está en el suelo tumbado con una costosa respiración.
Gale en cambio, sigue dormido. Ladeo la cabeza algo confundida, aguantando todo el dolor que siento, me acuesto de nuevo pero mi sueño vuelve a ser intranquilo, atormentándome cada vez que mis párpados se cierran y mis ojos se relajan.
Era madrugada, desperté sofocada, nerviosa, sudando. A penas quedaban tributos en comparación a los que habían entrado, una sola idea pasa por mi cabeza: un vencedor. Se supone que en el colegio nos contaban la trágica historia de los días oscuros y nos recordaban lo afortunados que éramos de no vivir esos días. Me encantaría estar allí ahora para decirles lo afortunada que soy.
Supuestamente íbamos a tener un futuro magnifico, de pequeños nos preguntaban que querríamos ser en un futuro, en que nos gustaría trabajar, incluso si teníamos pensado viajar a otro distrito. Mi futuro ahora está más que claro. Es un juego y yo solo soy el peón, la pieza más débil, la que muere por el rey. ¿Mi rey? Mi rey es mi hermano, y aunque solo sea una pieza de sus Juegos les demostraré que no pueden acabar con la esperanza de Panem y que haciendo lo que están haciendo tan solo conseguirán aumentar su ira, su dolor y su incomprensión hacia el mal que crece en el Capitolio. Algo que se ha construido durante veinte años no puede caer en unos días. Tal vez el Capitolio si cayó tiempo atrás, pero porque le faltaba lo más importante, el apoyo y confianza del resto de la población. Nosotros eso lo habíamos construido, nuestro sistema estaba basado en la igualdad, en cuidarnos los unos a los otros, por eso no caeremos. Lucharemos juntos como ya lo hicimos una vez. Eso es lo que debemos hacer, luchar.
Miro a mi derecha y está Finnick tumbado, descansa tranquilo después de una noche agotadora. Cuando intento centrarme veo que en un momento se ha dado la vuelta a todo, de repente Finnick se encuentra de nuevo luchando por su vida, y por desgracia, no sé cuanto pasará hasta que se recupere, si es que lo hace.
A veces pienso que no soy tan fuerte como intento aparentar. Estoy rota. Por dentro siento que quiero derrumbarme, que quiero dejar de luchar. No encuentro razones que me digan que seguir luchando va a hacer que gane, siento que nada de lo que haga tiene sentido. Si no sigo, si me rindo, todo sería mucho más fácil. Pero sigo luchando, no lloro, no me derrumbo, pongo una sonrisa falsa al despertar a mi hermano cada mañana y finjo que todo va bien aunque sé que lo que ocurre en realidad es todo lo contrario. Me gustaría ponerme a llorar y estar haciéndolo horas  hasta que me desahoga por completo, pero no me lo permito. Esa parte de mí sigue ahí intentando salir, quiere llorar hasta que me duerma del cansancio de tantas emociones. La otra parte de mi mantiene un muro que he creado a lo largo del tiempo y que impide todo lo anterior. Supongo que aunque yo sé que no soy fuerte, no quiero que los demás lo sepan. Supongo que es difícil derrumbar un muro que lleva tanto tiempo construido.
Agotada me tumbo preguntándome como estarán mis padres, que sentirán ahora, y si han perdido ya las esperanzas, las ganas de luchar. Esta vez si consigo dormir el poco tiempo que me queda, supongo que mi mente cansada decide descansar un poco apagando mis pensamientos y llevándome a un mundo más tranquilo, un mundo de sueños.
No tarda en amanecer para mi desgracia. Me despierto con los primeros rayos de sol y froto mis ojos. Lo que sucedió ayer me ha dejado algo afectada. Calculo los tributos que quedamos en la Arena y empiezo a pensar que realmente este Juego acabará como el Capitolio lo tiene planeado. Un escalofrió me recorre. Me pongo en pie y voy hasta la pomada. Le quito la venda a Finnick. Su herida ha mejorado un poco, un extraño moratón o más bien un hematoma interno, la rodea. Su color, entre rojo y morado y en el centro una raja profunda que poco a poco se va cerrando. Limpio con un poco de agua la zona y cojo otra de las hojas. Unto la pomada tan delicadamente como puedo y apoyo la hoja sobre esta. Vuelvo a pasar la venda una y otra vez hasta atarla lo más fuerte posible. Su torso desnudo es cubierto por la venda. Le apoyo otra vez en el suelo dejándolo encima del saco para que su cuerpo débil no coja frío.
Cuando acabo no se qué hacer y me apoyo con la cabeza en la fría pared rocosa de la cueva. El día de hoy será muy largo pero no saldré. No después de lo que pasó la última vez.
Durante un rato me quedo pensando en diferentes cosas. Una de ellas es en mis padres porque ahora soy capaz de entender por todo lo que han pasado. Se supone que antes también lo entendía pero no, solo me lo imaginaba. Pienso también en Annie, en como perdió a su marido y ahora a su hijo. Mis padres al menos se tienen entre ellos, y pronto tendrán a Gale de vuelta. Estoy segura de que Haymitch les ayudará a superarlo todo, él es una de las personas más buenas que conozco, es fuerte, divertido, seguro que podrá hacerles olvidar. Aunque no estoy muy segura de querer que se olviden, quiero que me recuerden de pequeña, prefiero que me vean sonriente y corriendo con Gale en la Pradera, o caminando por las calles de la Veta agarrada de la mano de mi madre. Mi madre es el Sinsajo, es fuerte, radiante como el sol, es una vencedora de los juegos, pero es más que eso. Perdió a mucha gente para convertir Panem en un lugar mejor por nosotros, estoy orgullosa de ella. Y mi padre, mi padre es mucho más que un dulce panadero, o un vencedor de los juegos. Mi padre es todo corazón y es el hombre más cariñoso que he conocido. Realmente creo los dos pasarán por lo mismo, pero ambos son muy valientes y fuertes y sabrán superarlo y cuidarse entre ellos. Haymitch y Gale podrán cuidar de mi hermano si algún día ellos están muy mal al principio, estoy segura que cuando sea más mayor podrán contarle la verdad de lo que ocurrió en la Arena.

-Amy, ¿por qué lloras?
-No estoy llorando pequeño- mi voz es dulce, tanto como siempre que hablo a mi hermano. Le cojo y le siento encima de mí- ¿Cuánto tiempo llevas despierto?
-Poco, pero tenía hambre y además quería ver si Finnick estaba mejor. Tienes que enseñarle a que no se caiga de los árboles- una pequeña sonrisa se me escapa, pensé que me preguntaría que le había pasado pero creo que ya ha sacado sus propias conclusiones- la última vez no fue mucho pero esta vez sí que se ha hecho una herida muy grande.
-Sí, es muy torpe. Se cayó y chocó con una roca enorme, como cuando tú y yo nos caímos el primer día.
-Sí, pero yo no soy torpe. Me caí solo esa vez y fue porque te caíste tú.
-Es verdad, tú no eres torpe, eres el chico más listo que he conocido.
-Lo sé, mamá siempre me lo dice
-Mamá… Esto… Gale ¿Tenías hambre? Podemos acabar lo que hay, ya no queda mucho. Queda para comer y para cenar supongo, ve y elige que quieres, corre.