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domingo, 23 de junio de 2013

Un año. El blog cumple un año.










Han pasado muchísimas cosas desde que empecé. Digamos que dar a conocer esto SIN NINGUNA AYUDA fue complicado. Aún estoy con la boca abierta ya que soy incapaz de creer que hayamos crecido tanto. Todo lo que hemos conseguido es más que increíble, no puedo creerlo aún, pocos blogs consiguen esto y que este lo haya logrado es tan especial como indescriptible. 

Han intentado plagiarnos en varias ocasiones, han copiado las ideas de la historia, pero vosotros habéis seguido fieles a este blog a pesar de todo. Y tener unos lectores así es para estar orgullosa.

Y no quiero decir nada de lo que animan vuestros comentarios, vuestros tuits o lo mejor de todo hasta ahora, las respuestas de la encuesta del blog, eso si que ha sido impresionante.

Creo que podría eternizarme escribiendo, ya me conocéis, pero no me entretengo. Espero que este año sea el primero de otros tantos.



La lista se eterniza pero digamos que son las cosas básicas ¿no?





Y ha esto añadirle otras tantas cosas, pero como siempre, hay que quedarse con lo importante, los lectores son el mayor logro de este bog.




Esto se acaba, es hora de despedirse y cerrar esta entrada, espero que os gustase. Gracias por este año y por seguir leyendo la historia del blog. Gracias por los comentarios y por los premios. 

Los correos que estoy recibiendo de lectores con felicitaciones, imágenes editadas etc serán publicados el día que indica el planner a no ser que pase algo, ya que veo complicado que pueda acceder hasta el mes que viene. En cualquier caso pondría un tweet avisando de que esta semana faltaré por el blog ya que eso no me cuesta mucho trabajo.

MUCHÍSIMAS GRACIAS. 


miércoles, 19 de junio de 2013

Relato 57




¡Hoy os traigo el capítulo 57!

Lo primero, cero comentarios sobre los exámenes,  en serio. No quiero pensar en ello ;)

El caso es que por fin, no preguntéis como, he sacado un rato para salirme del planner trayéndoos un capítulo sorpresa. Pensaba programarlo para el viernes pero aquí estamos… Os parece bien ¿verdad?

No tengo tiempo físico, estoy durmiendo nada pero estoy hiperactiva así que he llegado y lo he escrito hoy, publiqué hace una semana exacta, así que supongo que está bien. No he respondido a los comentarios aún pero si me sobra tiempo de estudiar lo haré. Espero que os guste, y os quedéis con ganas de más pero esta vez más tranquilos porque no sé cuándo podré publicar. Este capítulo es en verdad, mucho más largo que otros, disfrutad de cada palabra.

Os dejo un par de avisos…

ü  Encuesta muy importante que algunos ya habéis respondido en la entrada (vuestras respuestas son… indescriptibles) y los que no, en la nueva página podréis hacerlo: click aqui

ü  Como ya dije, el twitter vuelve a pertenecer solo al blog. Los avisos se harán por él cuando pueda por comodidad.

ü  EL DÍA 23 DE ESTE MES, ES DECIR, EN 4 DÍAS EL BLOG HACE UN AÑO. OS LO RECUERDO… UN AÑO ES MUCHO TIEMPO YA…


Eso es todo por hoy, disfrutad del capítulo, espero que os guste.


A.

***


Y entonces mi corazón se acelera. Toda la burbuja que se había creado a mí alrededor estalla. Mi respiración se acelera y noto como me tiembla la mayor parte del cuerpo. Creo que son imaginaciones mías pero levanto la vista. Él también se ha girado desconcertado. Su mirada es casi como la mía, una mezcla de asombro e incredulidad. Y entiendo que tal vez sea verdad, que no me he vuelto loca. Necesito comprobar que es cierto, que mi cerebro no me está jugando una mala pasada. Oigo una respiración, no es la de Finnick, no es la mía. Me giro desconcertada, veo como el pecho de mi hermano sube y baja con dificultad.


-No sonó ningún cañonazo-consigo susurrar- porque no había muerto nadie.


Finalizo la frase y me muevo deprisa. Pero no soy la única, Finnick se mueve casi tan rápido como yo. Levanta un poco su cabeza y le da de beber. Yo, mientras, enrollo un trozo de camiseta, para mojarlo y refrescar con el su cuerpo. Por un momento todo ocurre tan rápido que consigo centrar mi atención en algo, ya no somos nosotros los que movemos nuestros cuerpos, lo hace nuestro instinto, nuestro instinto de supervivencia. Ya no somos dueños de nosotros mismos.

Sigo oyendo la respiración. Eso me hace reír y llorar, de histeria, o tal vez de alegría. Ni siquiera yo misma soy capaz de entender lo que me ocurre. El cúmulo de emociones que se está desencadenando en mi interior es mucho más que algo indescriptible, es algo imposible. Y pienso que es un sueño, pero agarro fuerte su pequeña mano y compruebo que es verdad. Puedo rozar su piel, puedo tocar su mano, puedo sentir que el calor vuelve débilmente, puedo sentir que se mantiene vivo, que sigue a mi lado.


-Está vivo, es de verdad, está vivo…


Y con esas palabras oigo otros sollozos que no son los míos. Giro la cabeza levemente. Me pregunto por qué Finnick llora, pero no necesito respuesta, porque realmente lo único que me importa ahora es Gale. Porque es quién centra mi atención en este momento.

Me quedo mirando como su pecho sube y baja por miedo a que pare. Y los minutos pasan, las horas también. Quinientas teorías pasan sobre mi cabeza, pero solo una tiene sentido. Mi hermano está lleno se extrañas picaduras, las cuales no tienen muy buena pinta. Son mutos, seguramente lo hiciesen insectos creados por el Capitolio, es lo único que de verdad cobra sentido.

Me los imagino en un laboratorio, investigando la manera de crear un monstruo peor que ellos. Que haga tanto daño físico como emocional. Perdiendo horas y recursos en investigar formas de matar a la gente en vez de curarla, en vez de salvarlas. Recuerdo una frase que leí una vez en un libro de clase “el peor enemigo del hombre, es el hombre en sí mismo”. Y ahora se cuán de cierta resulta esa frase.
Eso hace que les odie más aún. Hace que piense que de verdad tienen el poder. Hace que crea que es mas culpa mía de lo que ya por sí imaginaba. Porque es su manera de demostrar que soy una pieza, solo una de sus juegos. Y lo odio, cada vez con más fuerza. Centro todas mis emociones en eso, como si lo único que pudiese sentir fuese ese odio que se cierne en mí.

Desvío mis pensamientos porque al pensar en el Capitolio me encuentro peor de lo que estoy. Así que pienso en algo más familiar, en mi casa, en el distrito 12. Pienso en la alegría que se habrá llevado mi madre, supongo que será tan inmensa como la mía. Porque en realidad, lo que yo siento no puede describirse con palabras. Simplemente he vuelto a nacer, vuelvo a estar viva. O por lo menos, hasta que pienso en cómo saldremos de esta.

Muevo la cabeza para despejarme y veo que Finnick le está dando la pomada a mi hermano. La aplica en cada una de sus picaduras con delicadeza. Debería ser yo quién hiciese eso pero mis piernas no responden a mis movimientos, mi cerebro no ordena lo que yo quiero hacer. Veo como le coloca en el saco y le deja con cuidado. Como si fuese tan frágil como el cristal. Después se mueve hasta donde están las provisiones y deja la pomada. Veo que comienza a hacer algo más pero yo apoyo mi cabeza en la pared y cierro los ojos trayendo recuerdos felices junto a mi hermano, porque los recuerdos es lo único que ahora mantiene viva mi esperanza, y lo único que en verdad, me mantiene viva a mí.

Un olor a comida haciéndose hace que mi estómago que había permanecido cerrado, haga un intento de abrirse. Noto con él, el escozor de mi garganta por lo haber bebido nada  durante tanto tiempo y trago saliva como si ello fuese a calmar la sed que tengo. Respiro hondo para calmarme un poco y alejarme de nuevo de la oscura situación que se vive ahora mismo a mi alrededor.


-Deberías comer algo- abro los ojos. Soy consciente de que Finnick sigue aquí a pesar de que me dijo que se iría, y lo agradezco, porque en parte, él también me mantiene con vida- Amy, no tienes por qué hablarme si no quieres, ya te he dicho que entiendo que me odies. Todo esto fue mi culpa.
-No fue tu culpa- me sorprendo a mi misma pronunciando esas palabras, pero supongo que necesito decírselo, así que no paro- ha sido el Capitolio. Ellos han hecho esto. Ellos nos han hecho esto.


Y si hay alguien más que sea culpable soy yo, pero eso no lo digo, prefiero callarme antes de entablar una discusión en la que comentaría que yo no tengo la culpa de nada. A pesar de que yo no estuve con Gale, como le había prometido. Fallé a mi promesa. Fallé a mi madre, a mi padre, a Haymitch y sobre todo, fallé a mi hermano. Y con todo ello, me falle a mí misma.


-Tienes que comer -repite cargándome sobre sus brazos. Me lleva hasta una hoguera improvisada que en otra ocasión apagaría corriendo para que otros tributos no la viesen reflejada fuera, pero que en esta ocasión agradezco por el calor que desprende ya que me hace sentir casi humana- he cocinado algo, quiero que comas Amy. Por favor.
-No puedo.
-Sí puedes y lo harás. Tienes que conseguir fuerzas para llevar a Gale a casa ¿recuerdas?


Una lágrima cae al pensar en ello. Porque ambos sabemos que no lo conseguiré. Pero accedo y asintiendo acerco un poco de carne a mi boca, reprimiendo mis ganas de vomitar la comida. Pero he de recuperar fuerzas para llevar a mi hermano a casa, sé que allí le curaran y todo volverá a ser como antes. Tiene que serlo.
Cuando acabo Finnick me está mirando. Él está tan destrozado como yo casi, y no ha dormido nada durante el día, al contrario que yo. Está agotado, yo lo sé, y él lo sabe.

Ojeras notables, morados por el cuerpo y heridas superficiales y aún así, es increíblemente apuesto. Resulta extraño que pueda serlo estando demacrado, pero la perfección no debe ocultarse con facilidad por lo que parece.
Siento la necesidad de hacer algo por él.


-Deberías dormir.
-No lo haré. Tengo que cuidaros.
-No te he pedido que lo hagas, Finnick.
No pretendía decir eso, se que le ha herido. No sé por qué actúo de esa manera, me arrepiento al instante de la brusquedad de mis palabras. Quizás Finnick tenga razón y le odie por lo ocurrido, quizás soy yo quien no quiere darse cuenta de que es así.
-Puedo irme si lo prefieres Amy, solo tienes que pedírmelo y lo haré.
-No quiero que lo hagas-las palabras salen secas pero sinceras, evito su mirada aunque lo que de verdad quiero es tumbarme entre sus brazos y olvidarlo todo- tan solo descansa.


Se levanta y se sienta al lado de Gale. Se queda observándolo.  <<¿Qué haces?>> pienso, y me acerco hasta donde están, colocándome en el lado contrario.


-Tú estás más agotada que yo. Duérmete, te despertaré a mitad de la noche. Hay que vigilar que no deje de respirar.

Discutir no servirá de nada. Así que decido quedarme observando también. Sabe que no dormiré, pero no insiste. Y yo tampoco insisto. El silencio invade la cueva y tres respiraciones son lo único que resuena. Y yo rezo en silencio, esperando seguir escuchando tres.

Pasan los segundos, su pecho sube y baja. Me relajo cuando ocurre. Pensando que si sigue así quizás se salve. Pero en el fondo sé que es imposible, como lo es el hecho de que algún día nos rescaten. Sé que en algún momento sonará un cañonazo y mi corazón se parará. Así que sigo pensando en silencio, evitando derramar más lágrimas. Ya han caído demasiadas a causa del Capitolio, me niego a darles más.
Vuelvo a mis pensamientos, lo hago calmada hasta que la oscuridad vuelve a ellos, y tiñe de negro la dulce esperanza que cabía en mi interior.

<<Mi hermano está muerto>>

No, no está muerto, pero a este paso morirá. Mi cabeza no para de discutir y la que oye esos pensamientos no es otra si no yo. Querría relajarme, dejar de estar enfadada, pero no puedo evitarlo. Y me pongo en lo peor como hago siempre, como lo he hecho hasta ahora.

¿Nunca podremos estar a salvo los tres? Si no es Finnick herido, es mi hermano luchando por su vida… Desearía morir y acabar con todo esto, desearía que a mí me pasase lo que le ocurre a ellos. Que la gente que me importa no tuviese que salir herida.

Necesito irme de aquí, lo necesito ya. Es la primera noche desde que mi hermano esta así y no puedo pegar ojo. Finnick se durmió hará unos minutos agotado de esperar. No le culpo por nada de esto, pero me culpo a mí misma. Por estar con él en vez de cuidando a Gale.

Tengo que alejarme. Decido salir de nuevo, con suerte esta vez llevaré algo de caza que nos pueda servir para más tiempo. No pienso salir de la cueva hasta que mi hermano... Realmente no me alejaré mucho más de lo necesario, pero no puedo estar parada, no si mientras estoy pensando.

Cojo mi arco, tapo la entrada, rutina que se ha convertido en parte de mí, en parte de esta vida rodeada de llamas. Salgo tranquila, relajada. Sujeto el arco con la mano pero sin fuerza, podría caerse en cualquier momento con facilidad. Sin ganas, recuerdo que he salido a cazar, pero me doy cuenta de que no estoy prestando atención al bosque.

Pero eso, es algo que yo ya sabía. Inconscientemente he actuado de manera egoísta, mirando por mí. Esa es la verdad. He salido porque no puedo quedarme parada y ver como Gale va perdiendo fuerzas hasta que no le quede ninguna. Porque si sigo ahí seguiré matándome por dentro, porque la culpabilidad no se irá pero su vida sí que lo hará, y no sé si quiero estar para verlo si no puedo evitarlo.

Esos pensamientos me atraviesan duramente, consigo parar de pensar y cuando quiero abrir los ojos estoy corriendo. Sin rumbo.

Sofocada, me paro jadeante bajo la protección de un robusto árbol. Echo las manos sobre las rodillas, con la respiración no sólo alterada por la carrera sino también por el miedo que invade mi cuerpo. No dejan de repetírseme destellantes imágenes de Finnick herido, de mi hermano muerto… Con manos temblorosas, me tapo los ojos en un intento de secar las lágrimas que no son capaces de salir. Me he centrado tanto en ser fuerte, en evitar todo pensamiento o sentimiento, en sobrevivir que ni siquiera soy capaz de sentir otra cosa distinta al miedo.

Pasado un tiempo me acurruco contra la corteza del rugoso árbol, apoyando la cabeza sobre este e intentando evadirme por unos segundos. Soplo mis heladas manos tratando de hacerlas entrar en calor, pero la noche es fría.  Pienso en silencio y contemplo el falso cielo que se alza sobre mí, a veces desearía volver a ver el acogedor cielo del doce bajo el cual jugué tiempo atrás. Oigo el inicio del himno de Panem y lo pienso, es el momento de revivir la pesadilla, de mostrarnos, por si no había quedado claro, el recuento de muertos que hoy han caído. Respiro agobiada pues no quiero verlas, días atrás aparecieron las caras de tributos a los que yo maté, y al verlas ahora me vendrán a la cabeza de nuevo esos momentos en los que acabé con vidas. Pero algo me obliga a abrir los ojos y observar. Así, una a una, voy revisando caras que antes tenían vida, recuerdo sus voces y pienso en las familias que ahora estarán llorando su perdida. Por supuesto, eso pasará tarde o temprano con la mía, pero prefiero no pensar en ello. Siento un vergonzoso alivio al saber que los míos no han aparecido arriba todavía, un suspiro al recordar a William, Joel y Cristina se me escapa, sin saber cómo reaccionaré al ver sus caras. -¿Faltará mucho para que aparezca ahí mi cara?- me pregunto temblorosa.

Estoy a punto irme, cuando lo oigo. Pisadas, bajo las cuales crujen ruidosamente las secas hojas y algunas ramas caídas. Así que, corro con energías que creía perdidas. Olvidando mi frío, olvidando mi tedio, olvidando mis miedos. Tal vez esta sea mi respuesta, mi respuesta a cuanto tardaré en aparecer en ese cielo. Lo único que tengo claro es que deseo alejarme de estos tributos sedientos de mi muerte, lo único que pienso es llegar hasta Finnick y Gale.

La negra noche debería ayudarme a camuflarme, a esconderme, a escapar, pero por algún motivo solo consigue ponerme más nerviosa, haciendo que me sienta más perdida. Las ramas me rasgan la piel con cortes superficiales que casi no se ven a simple vista. Tropiezo torpemente varias veces aun manteniendo el equilibro aunque acabo cayendo a causa de una raíz que sobresale del suelo. Ni si quiera la he podido ver, una sombra se materializa en la oscuridad mientras giro sobre mí misma. Mis manos son rápidas y agarran de nuevo el arco, recuperando una flecha que hay en el suelo. Tenso la cuerda y espero a que mi objetivo se acerque. Tan solo consigo ver una figura pero no tardo en lanzar la flecha. La figura no se mueve, no grita. Espero algo pero tan solo recibo silencio. Comienzo a preguntarme si fue todo imaginación mía y me acerco cuidadosamente.

Colocó el arco en la espalda para coger la flecha que está clavada en… una mochila. <<Trampa, trampa, trampa>> solo esa palabra rebota en las paredes de mi mente. Giro tan rápido como puedo cogiendo a la vez el arco pero recibo un puñetazo. Caigo al suelo por el inesperado golpe en la cara, un pinchazo recorre mi barbilla y llega hasta la sien donde se hace más fuerte. Voy a levantarme cuando noto la presión de una negra bota en mi muñeca. Quiero retorcerme del dolor que causa pero me mantengo serena y palpo la zona con la otra mano en busca de una roca o algo con lo que poder golpear. Antes de que pueda hacer nada me arranca el arco con dificultad y se encarga de lanzarlo lejos. La flecha que estaba en la mochila la deje a pocos centímetros y cuando caigo en la cuenta, mi mano es más rápida que yo misma y ya la sostiene con fuerza, llevándola hasta la pierna del tributo que tengo encima. Eso hace que grite y se zarandee un poco. El arrancársela me da la suficiente ventaja como para girar sobre mi misma y liberarme. Pero aunque debería correr, aunque la antigua Amy hubiese huido. Una ira y un odio que no consigo descifrar de donde viene se apoderan de mí y me obliga a lanzarme contra el tributo. Con fuerza caigo encima, consigo derribarla y tumbarla.

Estoy encima de la que ahora, reconozco como Cathy. La golpeo tan fuerte como puedo, una vez seguida de otra. Sintiendo un reconfortante dolor en mi puño, al chocar con su cara. Al principio se resiste pero me doy cuenta de que pierde fuerzas.

<<Yo no soy así>> y mis golpes cesan al pensarlo. Pero esto es la Arena, donde nos convertimos en animales. Herir o ser herido. Cazar o ser cazado. Jugar o perder. Matar o morir. No se trata de sobrevivir, se trata de cómo hacerlo.

Un golpe seco hace que regrese a la realidad, con pocas fuerzas Cathy se ha levantado, se apoya sobre una de sus piernas y se pasa la mano por el labio apartándose la sangre. Escupe y me mira con odio. Se lanza hacia mí y me da con la rodilla en el estómago, pero no reacciono con dolor. La golpeo seguidamente en la cara y con una patada en la pierna haciéndola retroceder y caer sobre la rodilla al suelo. Aún así no es suficiente, es más rápida y coge una roca, imitando mis pasos de antes, y me consigue golpear en la espalda y al levantarse, de nuevo recibo un golpe en el estómago. Hace unas semanas estaría muerta, ahora solo me doblo durante unos segundos del dolor. Pienso en la palabra caos mientras intento respirar. En la palabra desastre al sentir que podría no salir de esta. En la palabra esperanza al ver una borrosa imagen de mi hermano.

Sé que mis ojos están llorando porque a penas veo, pero eso no me impide llegar hasta Cathy. La golpeo con odio y la derribo, con el puño la golpeo tan fuerte como puedo una y otra vez. Un destello que viene de su cintura me hace comprobar que lleva un cuchillo. Mi mira rápido, leyendo mis intenciones y grita intentando librarse de mí. Agarro sus dos muñecas con una mano y con la otra alcanzo el cuchillo.
<<Somos animales. Somos supervivientes. Matamos para vivir. Tenemos que hacerlo>> me digo, herir o ser herido, cazar o ser cazado. Ella es la presa, yo el depredador. La locura me ciega, el odio me consume, el dolor me atrapa y la ira, la ira mueve el cuchillo hasta su garganta. Compruebo la sangre caliente que se derrama por mi mano.

Soy una asesina, nunca quise convertirme en lo que soy ahora.

Me odio a mi misma casi tanto como odio al propio Capitolio, ahora que mi hermano está muerto no soy yo. Parece que Amy se fue con él. Soy una sombra, consumida por el odio, apoderada por la ira. Y eso, no es ni mucho menos bueno.
Miro los ojos de Cathy que están abiertos y mirando a un vacio inexistente, como si la lejanía la salvara de la muerte. Veo su camiseta teñirse de rojo, la raja que hay en mi ceja hace que una línea de sangre también recorra mi cara.

Me quedo al lado de su cuerpo pensativa. Estoy delgada, mucho más delgada que antes, aunque mis brazos son más fuertes. Apuesto a que hay ojeras que cubren mi cara. Tengo heridas y moratones y sangre seca que cubre todo mi cuerpo y dolor, hay dolor por todo él.

Soy una persona cambiada, por fuera estoy rota, desgastada. Son solo heridas y sangre, pero sigo viva. En cambio, por dentro he muerto hace tiempo.


martes, 18 de junio de 2013

ENCUESTA IMPORTANTE DEL BLOG

¡HOLA A TODOS!

LJDH Continúan, es un blog, que cree más o menos hace un año. Exactamente el 23 de junio de 2012. Al principio ni siquiera pensé en escribir una historia tan larga. Tampoco pensaba crear un blog ni mucho menos, pero las cosas pasan, y aquí estamos. 

El blog tiene 151 seguidores con cuenta, los cuáles, no son ni un tercio de los lectores. Supera las 142.000 visitas. Y todo esto, sin ayuda, sin publicidad, sin un nombre conocido. Tan solo por vosotros, los que os metéis cada día haciendo click. Muchas veces he querido dejarlo porque me roba mucho pero es que era leer los comentarios o e-mails y no podía. Porque de verdad, vuestra opinión me importa. Por eso, ahora que se acerca el día en el que el blog cumple 1 año, quería pediros, ya que no os llevará más que unos minutos, que contestéis a esta encuesta.

Pondré la encuesta también en las páginas, espero que os haya gustado la idea, es por hacer algo distinto y en lo que además, podáis participar.



P.D: responded con sinceridad. Los típicos que contestan las encuestas sin saber nada, tan solo para marcar respuestas negativas y así desilusionar a la persona que la hace, absteneros de contestar por favor. Quiero gente que critique constructivamente, no que critique sin más.





MUCHÍSIMAS GRACIAS A TODOS :)

miércoles, 12 de junio de 2013

Momentos de Amy con Finnick



¡Hola tributos!

Como ya os dije, intento que visualicéis un poco la historia a través de estos gif que os voy publicando de los tributos. Esta vez serán de momentos de Finnick y Amy. Es corto, pero bueno. Es que es realmente difícil encontrar este tipo de cosas.

Espero que os guste, y, de nuevo, perdonad mi ausencia en lo que se refiere a los capítulos.
No son ni mucho menos definitivos, es para ver opiniones.

Sobre el capítulo, queda nada para publicarlo y será muy especial por una razón, estad muy muy atentos :)

domingo, 9 de junio de 2013

Relato 56



¡Hoy os traigo el capitulo 56!

POR FIN. Lo primero, mil perdones. Era para el viernes, lo sé. Pero con exámenes y trabajos se me ha ido haciendo imposible. Me he puesto hace un ratín y lo he acabado. No está perfecto por las prisas, pero os prometo que el próximo será muchísimo más largo como recompensa a este :)

Agradeceros la cantidad de correos con felicitaciones que estoy recibiendo a través de andreaeverdeen@gmail.com, ya que el 23 el blog cumple un año.

Ya podéis ver que hay una nueva página, en la que hay un planner que intento seguir a no ser que pase como ahora... Podéis darle siempre que queráis para ver que hay en la nueva organización. 

Actualizaré las páginas cuando pueda, ya que las llevo un poco atrasadas. Al igual que los comentarios y correos. Pero CONTESTARÉ A TODOS, me encantan, lo prometo :)

Y bueno, como veis tengo muchísima prisa, he dejado todo a medias por ponerme a escribir y mañana es lunes. Así que agradeceros que sigáis leyendo esta historia, espero que no os decepcione, como os digo siempre. Vuestras opiniones sobre el capítulo anterior fueron más que increíbles y siento que este no vaya a ser igual pero el tiempo no me lo permite. Me encargaré de que el próximo quede más largo. Ese sí que lo escribiré el viernes o el jueves quizás pueda empezarlo :)

Y eso es todo, espero que os guste, espero vuestras opiniones.

P.D: espero no haberme repetido mucho, es que el tiempo… ais…









***




Noto el frío,  pero no noto el dolor. Se ha ido, ha desaparecido junto a mí. Pero sigo aquí, respirando, lo que me indica que estoy viva. Aún  así, no abro los ojos. No soy capaz de hacerlo. Como si mis párpados no recibiesen órdenes. Como si hubiese dejado de ser yo, como si ya no mandase sobre mí misma.

Me noto lejos, porque en realidad estoy lejos. Pero una voz me llama, cada vez que pronuncia mi nombre es como si me acercase.

-Amy, Amy vuelve por favor. Despierta.

<<Estoy dormida. Debo estarlo. ¿Qué ha ocurrido?>>

La voz sigue en mi cabeza, vacilante y cada vez, más y más fuerte. Siento que estoy apartada de todo. O más bien perdida, no me encuentro a mí misma, no soy capaz de volver a mí. Con un gran esfuerzo abro los ojos confundida. Realmente confundida.

Estoy acurrucada entre los brazos de una persona que me está acariciando con la mayor delicadeza posible. Levanto la mirada y me encuentro con unos ojos rojos y llenos de lágrimas.

-Amy, lo siento tanto. No tenía ni idea. Y no sonó ningún cañonazo, no entiendo cómo ha podido ocurrir. Tu insistías en volver y yo, yo te entretuve –su voz se corta, como si le doliese pronunciar esas palabras- puedes odiarme, se que lo haces.

<<¿Por qué iba a odiarte>>

No soy capaz de articular ninguna palabra. Sigo quieta, mirándole. No sé de qué habla ni que ha ocurrido. Siento una laguna en mí, intento recordar. Y cuando lo hago, un pinchazo de dolor viene. Leve, tan solo trae un recuerdo y se va. Un recuerdo que hace que gire completamente la cabeza y que me coloqué de pie apoyando mis manos en la fría roca del suelo para impulsarme.

Avanzo unos pasos y con cada paso abro más los ojos. Como si estuviese soñando, porque si fuese verdad dolería y no, no siento ningún dolor. Es más, no siento nada. Es como si fuese tan solo un cuerpo, uno sin sentimientos.

Caigo de rodillas. Y me quedo observando, porque es lo único que puedo hacer. Me pregunto a mi misma por qué no corro, por qué he abandonado tan rápido, por qué no hago absolutamente nada. Y no lo entiendo, es como si todo hubiese acabado. Pero tal vez sea así, todo ha acabado.

Soy incapaz de reaccionar. Mi cabeza ordena cosas que mi cuerpo no hace. Pero este es el juego. De esto se trata ¿no es así? Unos mueren, otros sobreviven. Un ganador. Un vencedor. Una vida a cambio de las demás. Sea cual sea el precio, sea quien sea el muerto. Es un juego, y todos los juegos tienen que acabar. El problema es que a veces, cuando el juego acaba, tú no eres quien ha ganado. Tan solo eres un perdedor, y aquí, aquí pierdes tu vida.

Y sin más todo me golpea en la cabeza. La entrada, la situación, el dolor y ese sentimiento de culpa. Y después, nada. Como si me hubiese apagado. Como si no sintiese más. El frio y el dolor se fueron, y quedé yo.

Noto como una mano descansa sobre mi hombre, y quiero apartarla. En el fondo quiero llorar y gritar. Quiero romper algo, e incluso, querría matar a alguien. Pero estoy ahí, de rodillas, callada y sin hacer absolutamente nada.

Finnick se agacha, y me coge la mano. Siento su calor y mi frío. Su tacto, ese contacto. Pero en mi no despierta nada. Ni una chispa, ni nada como lo que horas antes no cesaba en mi interior. Su mano dibuja círculos en la mía. Y vuelvo a ser incapaz de apartarla.

Pienso en mi madre, en mi padre. Pienso en Haymitch y en Gale. Incluso pienso en mi misma. Pero soy incapaz de encontrar nada, no hay nada en mí. Solo vacio, un gran vacío que se extiende.

Consigo tragar saliva y mirarle a la cara. Ojos cerrados y manos en la cabeza. Tan pequeño. Tan frágil. Tal dulce. Descansa acurrucado. En silencio. Descansa lejos de aquí.

Los recuerdos me invaden. Cómo jugábamos, como reíamos, como disfrutábamos de cada momento. Nos escondíamos en la casa cuando llegaba la hora del baño, nos escapábamos al bosque el primer día de la escuela. Siempre hacíamos todo juntos. Nada lograba separarnos, ni aunque fuese por unos minutos.

Yo le protegía, frente a todo. Cualquier mal, cualquier daño. Lo alejaba de lo que fuera que supusiera ponerle en peligro. Estaba siempre encima de él, atenta a cualquiera de sus movimientos. Porque era pequeño, porque era frágil. Porque quería evitar algo como esto.

Recuerdo la primera vez que le llevé al bosque. Nuestra madre se enfado tanto por escaparnos que al día siguiente no nos movimos de casa. Él corrió detrás de una ardilla pensando que podría alcanzarla, pero se cayó y se puso a llorar. Le cogí en brazos y le dije que no pasaba nada, y sin más se quedo dormido mientras sus lágrimas caían hasta mi hombro.

También recuerdo las tardes en el lago. Nuestros padres descansaban tranquilos mientras nosotros jugábamos en el agua. Gale tragaba mucha ya que no sabía nadar muy bien, pero no tardo mucho en aprender.

Recuerdo los largos inviernos. Como nos quedábamos dormidos con las historias que nos relataban nuestros padres. Dormidos en el suelo, con  el calor de la chimenea y abrazados como los hermanos que eramos. Recuerdo llevarle a clase cada mañana y despedirme de él como si no le volviese a ver. Quién diría que eso sucedería.

Alargo la mano, que tiembla tanto que parece que va a romperse. Rozo su pelo y su cabeza y acto seguido las lágrimas brotan. Todos los sentimientos escondidos aparecen. Es como si al desear que el dolor se fuese, lo hubiese hecho y se hubiese llevado todo con él. Pero todo vuelve, y cuando vuelve lo hace con más fuerza, intensificado. No se puede apagar la humanidad, está ahí, para hacernos daño. Porque ser humano es ser débil, porque ser humano es ser frágil, porque ser humano, significa que puedo romperme en cualquier momento. Aún así me muero la lengua para no derramar más lágrimas que quieren caer.

Me tumbo a su lado ignorando a Finnick y le abrazo como hacía cada noche para que se durmiese. Me quedo ahí llorando, perdiendo la noción del tiempo. No soy consciente de que Finnick se ha ido hasta que veo que estoy completamente sola. Sola es la palabra.

Vuelvo a acariciar a mi hermano. Me levanto a por unos botellines. No presto atención a nada. Es como si actuase en un mundo lejano en el que me muevo por moverme. Sin pensar en lo que hago o por qué lo hago. Mis pies se mueven lentos, mis manos son torpes. Me agacho y cojo los botellines. Voy hasta él, hay uno medio lleno con lo cual debió bebérselo tal y como le dije. Porque era obediente y se quedó esperando a que llegase. Solo que no llegué.

Grito de dolor y caigo de nuevo doblada sobre mis rodillas. Lloro una vez más y sin fuerzas el sollozo va cesando y me arrastro hasta mi hermano. Abro los botellines y con un trozo de camiseta comienzo a limpiar todo su cuerpo. Primero su dulce cara, sus brazos, sus piernas. Al acabar parece casi humano.  Pero solo lo parece.

Vuelvo a tumbarme a su lado y el agotamiento me consume hasta que consigo caer en el sueño mientras las lágrimas caen como lo hace el agua en una noche lluviosa y fría. Aunque he de decir, que más que sueño, encuentro pesadillas.

-Amy, despierta por favor. Me iré si quieres, pero tienes que despertar- oigo su voz, y pienso que es un sueño, por fin un bonito sueño, pero no cesa. No se calla. Continua.- Amy…

Abro los ojos y sobresaltada veo la figura de un Finnick desgastado. Ojos rojos y caídos, llenos de dolor, ojeras pronunciadas. Tiene un corte en el brazo el cual, ha ignorado. Se nota por el hilo de sangre seca que ha quedado en su fuerte brazo. Tiene el pelo alborotado. Intenta sonreirá con ternura, pero apenas me mira, cuando ya ha apartado la mirada.

-Que tengo la culpa y que me odias, son hechos evidentes Amy- abro la boca para decir algo pero las palabras no salen de mí, incapaz de pronunciarlas si quiera- te he traído algo de comer. Sé que ahora quieres rendirte, creí que así, por lo menos, no será el hambre lo que acabe contigo. También aseguré la zona, para que no tuvieses ningún encontronazo con otros tributos. Recorrí parte de la Arena y no me crucé con nadie. He pasado la noche pensando, y al final decidí acercarme para despedirme. Porque te mereces un perdón por lo que he hecho.

<<Tú no has hecho nada, ha sido el capitolio>>

Pero las palabras no salen.

Me da un suave beso en la frente, y distingo unos brillantes ojos que contienen las lágrimas. Y sé que quiero que se quede, porque ahora lo necesito. Y sé que no es culpa suya. Es más, me odio a mí misma, ni siquiera le odio a él. Pero me quedo callada y parada. Sin decir nada, tan solo consigo bajar la mirada porque odio ser la causante de esa mirada, del dolor que el mismo está sufriendo en silencio.

Se levanta y se va, veo que se aleja. Deja los cuchillos, deja la mochila. Absolutamente abandona todo. Incluso me abandona a mí.